¿Puedes recogerme la pastilla de jabón?
Desde que salió a la luz que el soseras de Brett Ratner iba a hacerse cargo de la dirección de X-Men 3: The Last Stand, el 98% de los fans de la saga mutante conmenzaron (he de decir que con bastante razón) a morderse las uñas. No en vano Ratner es el responsable de lidezas como "Hora Punta", "Hora Punta 2", "Family Man", "El Dragón Rojo"...en definitiva, un mojón de director de mucho cuidado. Está de moda hablar mal de Brett Ratner (y ojalá que esa X3 signifique un inesperado punto de inflexión en su carrera), pero hoy, sin que sirva de precedente, La Langosta va a romper una lanza a su favor. No como director, sino como productor. Y es que el tipo en cuestión está detrás de una de las series más interesantes que ha parido la televisión estadounidense en los últimos tiempos.
Concebida en un principio como una serie de 13 episodios, pronto quedó claro que "Prison Break" apuntaba maneras. Los crecientes índices de audiencia que la FOX registraba la noche de los lunes (día de su emisión) fueron convenciendo poco a poco a los responsables de la cadena de que había que darle cancha a una serie que, en su debut, ya había superado los números de clásicos catódicos como "Ally McBeal" o "Melrose Place". En la actualidad, la primera temporada ha sido ampliada con 9 nuevos episodios, aun pendientes de emisión.
A grandes rasgos, "Prison Break" nos cuenta la historia de Michael Scofield, un ingeniero de estructuras que decide entrar en una carcel de máxima seguridad con el objetivo de salvar a su hermano, condenado a muerte por un delito que ¿no/sí? cometió. El detalle: que Michael fue uno de los ingenieros que ayudó a construir la prisión, y tiene en su cabeza un sofisticado plan para conseguir sus propósitos. Pero sobre el terreno, como os podeis imaginar, las cosas tienden a torcerse...
La serie utiliza con sabiduría todos los tópicos y arquetipos del género carcelario, a saber: el afroamericano que "consigue cosas", el compañero de celda simpático, el preso con mascotilla, el homosexual perturbado, el capo mafioso, el desalmado jefe de los guardias, el inflexible alcaide...
Sin embargo, "Prison Break" consigue insuflar frescura a esos personajes, mil y una veces vistos. En ese sentido, la labor de casting de la serie es un auténtico prodigio. Wentworth Miller y Dominic Purcell (el hipermusculado Drácula de "Blade Trinity") están simplemente perfectos como la pareja de hermanos con ansias de libertad. Y la galería de secundarios no puede tener un mascarón de proa mejor que el grandísimo Peter Stormare, encarnando a un capo mafioso caido en desgracia que no tardará en ser una de las piedras angulares de la deseada fuga.
El tono de la serie se mueve entre el thriller y el drama familiar, añadiendo ciertos elementos de tensión ajenos al microuniverso de la prisión. Esta subtrama recoge la investigación que la abogada Verónica Donovan lleva a cabo para esclarecer ciertos cabos sueltos en el caso que llevó al hermano del protagonista a la carcel.
En fin, que hay un poco de todo, rodado con gusto, sentido del ritmo y el suspense. Así que si empezais a cansaros de mujeres al borde de un ataque de nervios y naufragos flipando caracoles tras entoñarse con el avión, echadle un ojo a "Prison Break". Nunca está de más ser consciente de los peligros de recoger del suelo una pastilla de jabón.
Concebida en un principio como una serie de 13 episodios, pronto quedó claro que "Prison Break" apuntaba maneras. Los crecientes índices de audiencia que la FOX registraba la noche de los lunes (día de su emisión) fueron convenciendo poco a poco a los responsables de la cadena de que había que darle cancha a una serie que, en su debut, ya había superado los números de clásicos catódicos como "Ally McBeal" o "Melrose Place". En la actualidad, la primera temporada ha sido ampliada con 9 nuevos episodios, aun pendientes de emisión.
A grandes rasgos, "Prison Break" nos cuenta la historia de Michael Scofield, un ingeniero de estructuras que decide entrar en una carcel de máxima seguridad con el objetivo de salvar a su hermano, condenado a muerte por un delito que ¿no/sí? cometió. El detalle: que Michael fue uno de los ingenieros que ayudó a construir la prisión, y tiene en su cabeza un sofisticado plan para conseguir sus propósitos. Pero sobre el terreno, como os podeis imaginar, las cosas tienden a torcerse...
La serie utiliza con sabiduría todos los tópicos y arquetipos del género carcelario, a saber: el afroamericano que "consigue cosas", el compañero de celda simpático, el preso con mascotilla, el homosexual perturbado, el capo mafioso, el desalmado jefe de los guardias, el inflexible alcaide...
Sin embargo, "Prison Break" consigue insuflar frescura a esos personajes, mil y una veces vistos. En ese sentido, la labor de casting de la serie es un auténtico prodigio. Wentworth Miller y Dominic Purcell (el hipermusculado Drácula de "Blade Trinity") están simplemente perfectos como la pareja de hermanos con ansias de libertad. Y la galería de secundarios no puede tener un mascarón de proa mejor que el grandísimo Peter Stormare, encarnando a un capo mafioso caido en desgracia que no tardará en ser una de las piedras angulares de la deseada fuga.
El tono de la serie se mueve entre el thriller y el drama familiar, añadiendo ciertos elementos de tensión ajenos al microuniverso de la prisión. Esta subtrama recoge la investigación que la abogada Verónica Donovan lleva a cabo para esclarecer ciertos cabos sueltos en el caso que llevó al hermano del protagonista a la carcel.
En fin, que hay un poco de todo, rodado con gusto, sentido del ritmo y el suspense. Así que si empezais a cansaros de mujeres al borde de un ataque de nervios y naufragos flipando caracoles tras entoñarse con el avión, echadle un ojo a "Prison Break". Nunca está de más ser consciente de los peligros de recoger del suelo una pastilla de jabón.
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