La Cabeza de la Langosta

sábado, enero 21, 2006

Los Relatos de la Langosta. Hoy: "Eres mi todo"

Eres mi todo. Lo tengo presente cuando entro en la peluquería con la bolsa de la compra en una mano y el Marca en la otra. Dices que el pelo largo no me queda bien, y ya no me queda más remedio que creerte. Mi vida eres tú, y si mi vida dice que me sienta mejor el pelo corto, debe tener razón. Tengo suerte y no tengo que esperar. El peluquero, un tipo alopécico de generosa barriga y sonrisa cómplice me invita a sentarme.

- ¿Cortito, no? – me dice, leyéndome el pensamiento, como sueles hacer tú.

Me relajo mientras el tipo humedece mi pelo y cambia el filo de la navaja. Al fondo escucho los cotilleos de la sección de señoras. Las manos del peluquero (pequeñitas, como las tuyas) comienzan a hacer su trabajo. Mueven mi pelo a derecha e izquierda, justo como me lo tocas tú cuando estamos echados en la cama. Él tambien tiene cuidado y procura hacerlo con suavidad. Me miro en el espejo mientras el peluquero me pasa la navaja por el cogote. Parece que fue ayer la primera vez que quisiste afeitarme para ver como se hacía. Aun recuerdo el ruido de la cuchilla contra mi piel mientras tus ojitos tímidos no se perdían detalle del proceso.

El tipo me mueve la cabeza hacia adelante con firmeza, y comienzo a ver en mi mente nuestros primeros y fugaces encuentros sexuales. Bruscos, salvajes...a veces casi violentos. Fuiste una apasionada desde el principio, reconócelo. Justo entonces me doy cuenta de como brilla la amplia frente del peluquero, y esa imagen se mezcla con la del brillo de tus pechos cuando estamos duchándonos juntos, como a tí tanto te gusta.

El sonido de la tijera me trae recuerdos de tí, recortando aquellas fotos que tanto te gustaban, para hacerte aquella carpeta de SuperPop, y de cómo hacíamos el amor en tu cuarto mientras tus padres veían a Pepe Navarro en el suyo. ¿Ese roce en el cuello ha sido tuyo o ha sido del peluquero? No tiene sentido dudar. Te quiero tanto. Te respiro cada día y todo eres tú. Tanto es así que en este preciso instante me levantaría de esta ridícula silla neumática, echaría a este tipo rellenito sobre el mostrador, le bajaría los pantalones, y me lo follaría hasta dejarlo exhausto. Le dejaría sentir como entro bien dentro de él, ras!, ras!, ras! mientras le doy palmadas en ese culito redondo y peludo que debe tener. Y todo porque te quiero. Por que eres mi todo. Te veo en todas partes y para mi no hay nadie más que tú. La mujer de mi vida.

El tipo pone el espejo tras de mí. Asiento con un gesto, me levanto de la silla, le pago y salgo. Estoy deseando verte. Y volverme a cortar el pelo.